7 de la mañana de un día cualquiera. Sara llega a su lugar de trabajo, una sala de tamaño medio de la 5º planta de un importante Centro Sanitario. Se trata de la antigua UCI, reconvertida en centro de digitalización de la documentación generada en el edificio.
A esas horas de la mañana la ciudad, el
hospital y las personas con las que cruza Sara parecen estar todavía en brazos
de Morfeo. Vive en una ciudad tranquila, trabaja en un lugar donde no hay
muchos sobresaltos y confía en sus compañeros de trabajo.
Aun así, al entrar en la sala de
digitalización algo le inquieta. No sabe qué, por qué, ni cómo explicarlo; pero,
algo así como un sexto sentido le dice a Sara que algo no va bien. De hecho,
las alarmas se encienden en su cabeza porque le ha sorprendido ver un ordenador
encendido, siendo como es la primera en llegar.
Mira alrededor y no ve ningún rastro de
sus compañeros. Da los buenos días, esperando ansiosa la respuesta. No la hay.
Al igual que no hay respuesta cuando toca con los nudillos en la puerta del
aseo.
Pasan un par de minutos que se le hacen
eternos. No entiende que ha podido pasar. ¿Quién ha podido dejar el ordenador
encendido? ¿Qué es esa extraña presencia que nota a su alrededor? ¿Por qué tiene
miedo si está sola?
Los espacios oscuros y cerrados generan angustia con frecuencia.
Sin poder aguantar más la angustia, Sara
sale al pasillo a la espera de que alguno de sus compañeros del turno de mañana
llegue. Por fin, van llegando los compañeros que faltan, entran todos. Comprueban
que todos los equipos funcionan correctamente, que no falta nada y que todo
está como tiene que estar. Más tranquila ya, junto al resto del equipo, comienza
la jornada laboral.
¿Por qué creéis que se asustó Sara? ¿Quizás
vio una película de miedo el día anterior y pensó que el fantasma de un antiguo
paciente quedó retenido en la que antaño fue la UCI del hospital donde pasó su última
noche? ¿Quizás robaron en su anterior puesto de trabajo y pensó que iba a
ocurrir lo mismo? ¿Quizás es una de esas personas que tiene miedo a la soledad
o a la oscuridad?
Aquellos a los que les guste los finales
sorprendentes, imaginativos y/o divertidos quedarán defraudados cuando sepan
qué sucedió realmente.
Que…. ¿Qué sucedió?
Lo que en verdad aconteció, simple y llanamente,
fue que el día anterior, la última persona del turno de tarde, sin querer, por
las prisas, por despiste, por no ponerse en la piel del otro, por dejadez, por
falta de interés o por cualquier otra razón, reinició el ordenador en lugar de
apagarlo. Por lo que, al día siguiente Sara se lo encontró encendido.
Sara sólo tiene su vista para saber lo que
acontece a su alrededor. No puede oír los pasos de alguien acercarse, ni su
saludo, ni su respiración, ni su risa. Solo escucha sus pensamientos. Por eso,
Sara, al ver el ordenador encendido empezó a desconfiar. Sus ojos le decían que
alguien tenía que haber llegado antes que ella para encender el ordenador. Y,
no tenía más que sus ojos para saber de la realidad que le rodeaba. Por ello,
en pocos segundos sintió miedo y a los minutos terror a lo desconocido.
Es cierto que esta situación de estrés duró
poco tiempo. Los 2 minutos que sus compañeros tardaron en llegar, comprender lo
que pasaba, explicárselo y tranquilizarla.
Aun así, esto no hubiera pasado si, en
general, fuéramos capaces de ponernos en el lugar del otro. Si yo, la persona
que, sin querer, se dejó el ordenador encendido la noche anterior, hubiera
pensado en mi compañera Sara, hubiera dejado la oficina ordenada y hubiera
apagado todos los aparatos. No es mucho pedir para hacer la vida más fácil a
Sara, ¿verdad? Un poco de orden y un poco de empatía.
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