El 11 de febrero del 2020, la ONU publicaba, en su página web, un artículo titulado “Mujeres en la ciencia: víctimas de la desigualdad de género en pleno siglo XXI”.1
Al parecer, según dicho texto, las mujeres sólo ocupan un 30% de
los puestos de investigadores en áreas científico-técnicas, ingeniería y matemáticas.
La ciencia no es un entorno acogedor para las féminas y ello es debido, en
parte, a prejuicios y estereotipos de género.
Al leer este
artículo he recordado mis años de estudiante. A pesar de que, con frecuencia,
las personas que nos impartían los conocimientos científico – técnicos eran
mujeres y, aunque muchas habían cursados estudios superiores relacionados con
alguna área de las ciencias (Matemáticas, Biología, Química, Geología, etc.), los
libros de textos seguían plagados de teorías, anécdotas, ejemplos y curiosidades de científicos varones.
Quizás,
debido a mi formación, después de mis estudios escolares cursé Biología, uno
de los ejemplos que siempre recuerdo es el de Rosalind Franklin. Esta licenciada
en Química tuvo un papel importante en el descubrimiento de la doble hélice de ADN,
gracias a que consiguió plasmarla en fotografías por
medio de la difracción por rayos X.
Pero, en muchos libros de texto, materiales escolares e incluso manuales universitarios, como por ejemplo el manual sobre Genética Molecular empleado por I.E.S. “Río Cabe” Monforte”2, se sigue estudiando la doble hélice del ADN sin hacer ninguna referencia a Rosalin Franklin.
Esto puede
ser debido, en parte, a los estereotipos previamente existentes, debido a los que la
investigación, aún hoy en día, sigue siendo un ámbito en el que el imaginario popular
imagina a hombres entre probetas, pipetas y caldos de cultivo.
Además, no hay
que olvidar que, en su época, Rosalin Franklin sufrió, de manera directa y
abierta discriminación debido al sexo ya que, por ejemplo, le estaba vetada la
sala de profesores de la facultad donde trabajaba, por el hecho de ser mujer. Por su parte, Watson
y Crick no se referían de manera muy respetuosa hacia su persona, cuando daban entrevistas, a
pesar de haber utilizado su trabajo en beneficio propio3.
Por suerte,
hoy en día, cada vez hay más medios divulgativos (Órbita Laica, el blog mujeresconciencia4)
que ponen de manifiesto la importancia de las mujeres en el ámbito científico –
técnico. De esta manera, no sólo se da visibilidad al trabajo de estas
científicas, sino que también se crean las bases para que las nuevas
generaciones puedan tener un modelo en el que verse reflejadas .
Por último, no quiero despedirme sin hacer una última reflexión. Gracias a espacios como los generados en este curso del INAP, se crea entornos propicios para la reflexión. Por ello, pienso que es posible que, dentro de 10 años, ya no será noticia que sólo el 30 % de las mujeres ocupan
puestos en el ámbito científico-técnico. .
BIBLIOGRAFÍA:
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